Y ahora … ¿Qué?: Recomendaciones de política económica para superar una pandemia (en el largo plazo)

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  • 29 mayo, 2020
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Por César Albarracín Calderón;

Miembro del Área Financiera de The Key.

Más de setenta días han pasado luego de la orden de cuarentena en el Perú. Como bien han indicado reconocidas centrales de noticias como BBC de Londres o New York Times, a pesar de ser uno de los países con una de las cuarentenas más rígidas y acciones de política económica a nivel continental, es el segundo país latinoamericano con más casos positivos de COVID-19 (sobrepasando los 140,000 casos) y el puesto dieciocho a nivel mundial en número de fallecidos por esta enfermedad (contabilizando actualmente más de 4,000 decesos), de acuerdo al reporte diario en la página web de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.

La situación no es auspiciosa ni esperanzadora en absoluto, errores y lecciones ha experimentado el gobierno y el propio pueblo peruano. Sin embargo, como dice aquel tema ochentero de la banda británica Queen: The show must go on (El show debe continuar); y, con ello, nos preparamos para una reactivación económica gradual de la que mucho dependerá el cuidado de las empresas y personal para generar protocolos sanitarios en los que se pueda confiar, así como la adaptación de negocios y trabajadores a las condiciones laborales y de mercado que se podrán reaperturar y mantener en los próximos meses.

Esta nota no pretende dar “La solución mágica”. Es más, considero que esta propiamente no existe y que, más que recomendar acciones de política cortoplacistas, yo prefiero ahondar en el mediano y largo plazo, horizonte que no debemos olvidar si se busca aprender de los errores y corregir problemas que hoy subsisten en nuestro ecosistema económico, político y social.

1. Maximizar una productividad “disminuida”

En países emergentes que son intensivos en mano de obra, como nosotros, las consecuencias de una pandemia son devastadoras: En palabras simples, si te enfermas de coronavirus (y eventualmente superas la enfermedad, claro está), muy probablemente tu capacidad de trabajo ya no sea la misma y se reduzca. Todavía no se sabe a ciencia cierta los efectos de este virus en el cuerpo humano, no se puede afirmar que no reaparecerá e incluso hay alertas de organizaciones internacionales (como la OMS) que ya la asumen como una “enfermedad estacional”. Lo cierto es que la mano de obra nacional puede ver diezmada (bien sea por decesos o por personas que no pueden retomar la vida laboral activa). Esto reducirá la productividad del factor “Trabajo” en todo el país y recuperar los mismos niveles de productividad tomará tiempo (bien sea por una renovación generacional de tu workforce o por una concientización de la población hacia el “Da tu mejor esfuerzo hoy porque mañana no se sabe”).

En este sentido, la tarea del gobierno debe ser fiscalizar lo más posible las condiciones laborales (incluso las del teletrabajo) y penalizar la “criollada” que afecte en labores presenciales la integridad de las personas. El papel de la población es tomar conciencia. Muchos probablemente trabajen más cuando se reaperturen más sectores hoy cerrados (sobretodo los que generan aglomeración de personas) y esto generaría un incremento de productividad “engañoso”. Lo cierto es que probablemente no dure mucho, dado que el mercado laboral peruano ha experimentado altos niveles de desempleo y su capacidad de absorción tomará tiempo para retomar los niveles pre pandemia.

Entonces, los que hoy gozan de un empleo estable o con el que pueden generar ingresos en los próximos meses, deberán esforzarse mucho por generar resultados que ayuden a disminuir el impacto económico negativo en cada sector. Sectores como el “Comercio” y “Servicios” están llamados a cubrir los espacios que hoy no alcanzan a llenar la minería, la construcción y el turismo (actividades que no trabajarán al 100% de su capacidad durante mucho tiempo, por obvias razones). Si esto se logra, con un compromiso de Estado y población, se podrán obtener resultados mejores que los hoy esperados (que de por sí, son muy pesimistas).

2. Destinar una buena y grande inversión pública y privada a sectores no reformados

La pandemia solo hizo más evidente de lo habitual los problemas estructurales en los sectores de salud, policía y educación, los cuales no han tenido una solución continua gobierno a gobierno (y Congreso a Congreso). Los problemas son diversos y se escuchan en los noticieros, en los dominicales o incluso en nuestras conversaciones familiares rutinarias: “No hay camas UCI”, “No hay suficientes hospitales en cada región del país”, “No hay médicos para atender a tantos pacientes”, “No hay suficientes policías para vigilar a tanto imprudente en las calles”, “No hay equipamiento adecuado para ningún profesional que está expuesto al virus”, “La educación peruana (a todos los niveles) todavía no está preparada y equipada para brindar un servicio virtual decente”, “Ni siquiera tenemos un nivel adecuado de banda ancha de internet para un uso incrementado del mismo como ocurre actualmente”, entre otros.

Mi primera respuesta ante tanto clamor popular, que solo escucho atento, es: “Cierto, todo eso existe hoy y no se irá de la noche a la mañana”, sin echarle la culpa a nadie, como muchos políticos lo hacen e hicieron antes y ahora. Mi segunda respuesta (un poco más razonada) es: “No soy la persona que puede cambiarlo en este momento, pero puedo dar mi granito de arena recomendando acciones para que, en un futuro, se pueda cambiar la realidad de tanta angustia acumulada”.

Una idea lógica es invertir: Pensar que, si te falta personal de salud, y sin despreciar a todos los profesionales de salud que hoy laboran y también estudian para ejercer, juntarlos a todos te llevaría a la misma respuesta, faltarán médicos. Se debe incentivar a los jóvenes a continuar carreras como esta, así como carrera policial, militar y de educación. No estoy diciendo que todos emprendan estas carreras, pero con un plan adecuado de becas y financiamiento escolar a todos los niveles (gubernamental y privado), puedes incrementar el tamaño de tu fuerza laboral y guerrera ante pandemias en próximas situaciones similares.

Súmenle la inversión pública no burocrática (aquella como la de los Panamericanos Lima 2019), donde mucha infraestructura deportiva y social quedó para las siguientes generaciones (y para las actuales). Todo eso se realizó en año y medio, y sin los tantos “Pero” de muchas organizaciones estatales que las investigan indiscriminadamente o de falsos políticos que no piensan en el bien común sino en engrandecer el tamaño de sus bolsillos con tajadas dinerarias a partir de estos proyectos. ¿Se imaginan si las torres de departamentos en Villa El Salvador no hubiesen existido? Muy probablemente estaríamos hablando de una mayor cifra de contagiados y muertos por COVID, de lejos. Entonces, se debe invertir (Gobierno, con apoyo de privados interesados vía concesiones talvez) en construcción de más hospitales (y mejor equipados), dependencias policiales, aeropuertos, puertos, carreteras y líneas de metro que conecten más rápido las ciudades, permita reducir los tiempos de espera (que incluso salvan vidas) y que favorezcan a las actividades económicas de cada región.

Toda esta inversión debe incluir planes de mantenimiento, conservación, ampliación y mejora en personal, infraestructura y equipamiento. No se debe construir por construir, o solo por una foto en los medios. Este legado debe quedar para la población y se debe continuar gobierno a gobierno, sin intereses de desprestigiar al que no lo hizo tan bien y sin exagerar al alabar al que fue más eficaz con estos planes. Esta inversión debe ser grande en montos, pero también en motivos, solo eso garantizará que salga adelante y se concrete.

3. Concientizar y “No olvidar”

Una de las mejores políticas económicas a largo plazo no es una política económica. Talvez muchos ya escuchamos la frase: “Ahora viviremos una nueva normalidad”. Tomen en cuenta que esta situación pandémica ya la vivimos hace cien años con la gripe española y parece ser que el Perú y muchos países a nivel mundial se olvidaron totalmente de ella, de su impacto y consecuencias. No creo que hayamos estado viviendo desde hace cien años el cambio de normalidad que generó esa pandemia en su tiempo. Probablemente pasaron 1 año o un poco más desde que sus efectos en la población mundial desaparecieron y los pueblos comenzaron a retomar costumbres, acciones y actitudes que no favorecían en nada la higiene, el distanciamiento social y el respeto por las leyes en situaciones extremas.

La vida nos ha dado una segunda oportunidad para “tomar conciencia”. Este esfuerzo por aprender de los errores también es una tarea conjunta del gobierno peruano y de su población. El primero, en mantener siempre presente campañas de prevención (higiene, cuidado de la salud, atención preventiva en centros de salud, promover la vida sana con alimentación saludable – balanceada, ejercicio y equilibrio social), contención (detección rápida de brotes, producción interna de equipamiento de salud y vacunas que eviten las compras de afuera, que en tiempos de crisis toman más de lo esperado) y el llamado “Cambio cultural”. El peruano tiene tantas costumbres buenas y únicas (pero también peligrosas), las cuales pueden favorecer el contagio. Incluso la BBC de Londres recientemente indicó que la informalidad, el gusto por comprar alimentos frescos diariamente y el poco respeto a la autoridad (dejando de lado los casos donde salen por necesidad económica) no favorecen medidas como la cuarentena y terminan generar focos infecciosos que tardan en reducirse.

El cambio debe ser tal que nuestro hijos y nietos deben tener presente este acontecimiento. No con terror, sino con memoria. Que sepan que mucha gente murió arrastrando problemas estructurales de salud, que también sepan que valerosos profesionales perecieron intentando y logrando salvar vidas. El reconocimiento de estos hechos hará valorar situaciones extremas como estas y generarán “buenas prácticas” así como recordatorios continuos de qué hacer y qué no hacer ante hechos que ocurren de esta forma.

Conclusiones

El camino de aprendizaje es muy largo. El Perú, como todos los países a nivel mundial, han sido expuestos como sistemas vulnerables e ineficientes antes efectos rápidos y letales como los que generan una pandemia como la del coronavirus. No se puede decir que “Lo hubiésemos hecho mucho mejor si hubiésemos sido precavidos” ya que la forma en la que reacciona un gobierno y toma acciones concretas es la clave para gestionar una crisis pandémica. Los planes de acciones se resumen en tres: i) Maximización de la productividad laboral actual (previo consenso y sinergia entre un gobierno fiscalizador, y empresas con trabajadores dispuestos a salir adelante). ii) Inversión en los sectores que hoy salvan vidas (como la salud, la policía, las fuerzas armadas y la educación). Pero la inversión debe ser pensando que esta durará mucho y generará más profesionales, infraestructura y equipamiento de calidad, un mantenimiento y conservación de los mismos, y un continuismo en la inversión, haciendo el bien “sin mirar a quién”. Y iii) Una campaña larga y profunda de conciencia. La mejor manera de no repetir errores es conociendo la historia. Sino, estaremos condenados a repetirla. Con un conocimiento adecuado de los efectos de una pandemia, estoy seguro que muchas vidas serán salvadas y, sobretodo, nuestro accionar como país y economía será mucho más sólido y eficiente.

Bibliografía

Imagen de cabecera: unsplash.com